Un adiós

Hoy al despertar tomé mi celular y vi esa noticia que no quería leer.

Hace tiempo antes de que tomáramos la decisión de regresar al pueblo donde crecimos el flaco y yo, cada vez que veníamos a visitar a la familia los domingo íbamos a misa a una iglesia muy bonita que está cerca de casa. 

En esa iglesia oficiaba un sacerdote llamado Gil, muy muy querido por todos... no era difícil darse cuenta de eso, tenía mucha gente que lo seguía y ayudaba en ese templo. 

Cuando era pequeña estuve en un colegio católico además de que mi familia me inculcó estar cerca de Dios y la iglesia. Después me fui a la universidad y tuve oportunidad de hacer mi tesis sobre una casa hogar también católica. 

Ahora que regresé a vivir donde está mi familia, volvíamos a la iglesia en donde estaba el padre Gil, antes de la pandemia procurábamos ir todos los domingos, además a mis hijos les gusta mucho ir... mi niña Melissa de 4 años siempre me decía que quería ir al castillo (iglesia). Después se vino esto del Covid y nos quedamos encerrados, pero siempre viendo de manera virtual las misas.

Y bueno, el padre una persona muy joven...con mucha sabiduría, sus sermones me gustaban mucho, me recuerdo atenta a todo lo que nos explicaba y predicaba la palabra de Dios... siempre viéndolo de una perspectiva distinta y muy aterrizado a nuestra realidad y actualidad. Le comentaba a mi papá hace unos días que ese padre había hecho que de alguna u otra forma viera y sintiera la vida de una manera distinta, Hace una semana enfermó de coronavirus, positivo el Lunes pasado, para el miércoles ya se encontraba muy malito, muchas personas del pueblo rezamos y rezamos por él pidiendo que sanara.

Hoy, por la mañana cuando desperté y vi mi celular ahí estaba esa noticia que no quería leer... el padre se había marchado para encontrarse con Dios. 

Es difícil muy difícil para mi aceptar que personas tan buenas se alejen de este mundo.